Un espacio estratégico a la espera de definiciones
Junto al Complejo Casino, el Jardín de Rocas es un lugar con un enorme potencial turístico en el parque Miguel Lillo
Juan José Flores
Redacción
El Jardín de Rocas se encuentra, al igual que el Complejo Casino, en un sector estratégico de la ciudad, sin embargo, desde hace más de 30 años se halla a la espera de definiciones.
Desde que el Parque Miguel Lillo pasó a dominio del municipio, a mediados de los 90, no se ha realizado una planificación importante sobre este espacio que tiene un gran potencial como paseo turístico y permitiría extender el frente costero de la ciudad.
El año pasado el municipio realizó algunas mejoras en espacio e instaló unas grandes sillas rústicas de madera que sirven como miradores para quienes deseen tomarse fotografías en el lugar.
En la espera
Meses atrás, el ingeniero civil Gustavo Galván, por pedido de Ecos Diarios, realizó algunas consideraciones sobre espacios turísticos de la ciudad que siguen a la espera de definiciones por parte de las autoridades. Entre esos espacios citó al Jardín de Rocas.
Galván es uno de los profesionales con mayor conocimiento de este lugar, ya que fue subsecretario de Planeamiento en la gestión del exintendente José Aloisi, y en ese cargo tramitó la donación provincial y la posterior escrituración a favor del municipio de las 660 hectáreas que conforman el Parque Miguel Lillo.

Galván sostuvo que “debe replantearse el espacio lindero al Casino, denominado Jardín de Rocas, el cual llega hasta la avenida Pinolandia y delimita con la prolongación de la calle 4 bis. Dicho macizo posee en su exterior un cordón rocoso y verde de tamariscos utilizados para la fijación de la duna de origen, y en su interior se encuentra con una extensión muy grande de pasto, que podría destinarse a un importante paseo turístico que permitirá extender el frente costero de la ciudad”.
En 1994 por ordenanza del Concejo Deliberante se formó una comisión integrada por un representante de cada colegio Profesional (Ingenieros, arquitectos, técnicos y escribanos), un representante de cada bloque del deliberativo; mientras que el ingeniero Galván era la persona que estaba a cargo de coordinarla, representando al Departamento Ejecutivo.
Dicha comisión de planificación costera recomendó la intervención del espacio de aproximadamente seis hectáreas denominadas Jardín de Rocas, las cuales se desafectaron del Parque mediante la ordenanza 3110/94.
No obstante ello, a 31 años de la formación de esa comisión, el Jardín de Rocas sigue sin grandes definiciones.
Esta situación puede interpretarse como un síntoma de un desafío sistémico en la planificación urbana o en los procesos de toma de decisiones de Necochea.
La falta de consenso entre las autoridades municipales o los actores locales, las posibles ineficiencias burocráticas o la ausencia de un plan maestro cohesivo a largo plazo para el desarrollo costero podrían ser factores contribuyentes.
Esta ambigüedad no es un detalle menor, sino un problema fundamental que impregna todas las discusiones subsiguientes sobre el sitio, desde su estado actual hasta las diversas opiniones sobre su potencial.
La incertidumbre que rodea a un activo público tan significativo puede tener repercusiones en toda la ciudad.
Podría disuadir la inversión privada en áreas circundantes, generar insatisfacción pública debido a la percepción de estancamiento y obstaculizar la capacidad general de la ciudad para capitalizar sus ventajas naturales en términos de turismo y crecimiento económico.
En este contexto, la indefinición se convierte en una barrera para el progreso, afectando la imagen y la trayectoria de desarrollo de Necochea.
Un símbolo
El Jardín de Rocas se erige como un poderoso símbolo del potencial sin explotar de Necochea y de su continua lucha con la identidad urbana y la estrategia de desarrollo. Su futuro depende críticamente de la capacidad de los actores locales y las autoridades para forjar una visión unificada e implementar un plan claro y sostenible.
Superar el estado actual de "a la espera de definiciones" requiere un esfuerzo concertado para conciliar intereses contrapuestos, abordar las deficiencias sistémicas de planificación y aprovechar plenamente este activo costero estratégico para el beneficio duradero de los residentes de Necochea y su economía turística.
Sin un cambio tan decisivo, el Jardín de Rocas corre el riesgo de seguir siendo un testimonio de un potencial no realizado.
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