Un hecho de consecuencias incalculables
Con la noticia de la intervención del holding Sasetru por parte del Ministerio de Economía Nacional, a fines de abril de 1980, empezó con el proceso que acabaría en el cierre de Huemul, una planta que daba trabajo a 500 personas en el distrito y que fue un emblema de la industria local
El martes pasado se cumplieron 43 años del día en que el Ministerio de Economía de la Nación intervino los bancos Los Andes, Internacional y Oddone, así como los holding Sasetru, Oddone y Greco.
El dato histórico puede en la actualidad no tener ningún sentido para los necochenses y quequenenses, pero en aquel momento tuvo un enorme impacto, ya que Sasetru era propietaria de la planta Huemul que llegó a dar empleo a más de 500 personas en la ciudad.
Las consecuencias que tuvo aquella medida del ministro Lorenzo Sigaut para la economía de nuestra región aún es incalculable.
Poco menos de un año más tarde, el 8 de marzo de 1981, tras otra serie de cierres de fábricas, la justicia decretó la quiebra de las 35 empresas que quedaban del grupo Sasetru.
El fin de un ciclo
Sasetru, una de las empresas más importantes de la industria alimentaria argentina, fue fundada en 1948 por Jorge Salimei, Ángel Seitún y Fermín Trucco Aguinaga. El nombre de la empresa se originó a partir de las primeras letras de los apellidos de sus fundadores. Se dedicó a la compraventa de productos alimentarios, apoyándose en sus propias plantas de procesamiento.
Durante el gobierno del presidente Arturo Frondizi, la empresa logró un aumento significativo en su capacidad de procesamiento de alimentos.
Para la década de 1970, Sasetru era una de las dos empresas más grandes de producción y exportación de aceite comestible del país, así como una de las más importantes de capital puramente nacional.
Además de aceite, producía harinas, fideos, conservas, dulces, panificados, vino y arroz. Con plantas en Avellaneda (Buenos Aires), Quequén y Luján de Cuyo, llegó a acaparar un 40% del mercado total de alimentos para consumo interno.
Sasetru contaba con once mil empleados y alrededor de 140 empresas formando parte de su holding. Era dueña del molino más grande del país, del Banco Unido de Inversión (posteriormente llamado Banco Internacional) y de una flota mercante que operaba en puertos de Bélgica e Italia. También tenía asignados muelles propios en dichos puertos.
Entre 1973 y 1976, Sasetru fue pionera en la cogestión entre capitalistas y obreros, llegando a contar con dos directores que eran obreros de planta. La empresa gestionó su propia obra social y construyó 1500 viviendas para sus obreros.
El 17 de diciembre de 1977, se inauguró en Quequén el complejo industrial pesquero de la empresa Huemul, perteneciente a Sasetru. Dos años después, la planta empleaba a 510 personas y faltaba mano de obra especializada para completar los 700 cupos de trabajo con los que la empresa podía llegar a trabajar en toda su capacidad.
Huemul fue el orgullo de los quequenenses durante dos años, ya que la planta era una de las más modernas del mundo en su tipo.
Ocupaba 14.000 metros cuadrados, contaba con planta de tratamiento de efluentes, una sala de frío con capacidad instalada de 410 frigorías hora, una fábrica de hielo en escamas capaz de producir 20 toneladas por día y un desvío ferroviario a sólo 300 metros de distancia. Además, contaba con seis pesqueros de altura y dos buques factoría.
Más del 90 por ciento de la producción de Huemul era exportada a Estados Unidos, Brasil, Taiwán, Corea, Japón y países de Europa. Esto generaba un ingreso mensual cercano al millón de dólares.
Pero gran parte de ese dinero se volcaba a la economía local, ya que unos 170.000 dólares mensuales se dedicaban a la adquisición de productos a proveedores de nuestra ciudad y otros 152.000 dólares mensuales en la región.
Otras cifras que son elocuentes sobre el impacto que la actividad de la empresa tenía en el mercado regional era el número de empleados: 510 en planta, 98 en buques, 74 en el puerto y 80 en administración. Unos 430.000 dólares de sueldos se pagaban mensualmente.
Cuando la materia prima bajaba de los pesqueros de altura era traslada en los vehículos de la empresa a la planta de la calle 536, donde se descargaba y se volcaba a las máquinas fileteadotas, en la que trabajaban cientos de mujeres.
Las cintas transportadoras no se detenían durante las 16 horas que duraba la jornada diaria en la planta. Los filetes pasaban luego a la sección de envase, donde eran colocados en cajas y posteriormente llevados a las cámaras de frío.
La planta contaba con dos médicos y una guardería infantil para los niños de las empleadas. Más de 50 chicos concurrían a la guardería, que funcionaba desde las 6.45 hasta las 22.
Por sus características, Huemul fue, en gran medida, pionera en cuanto al asentamiento de complejos industriales de gran magnitud en Quequén.
Pero sólo tres años después de su fundación, una serie de maniobras originadas en intereses personales de funcionarios de alto rango del gobierno de facto, pusieron a la empresa en la mira. El fin no tardó en llegar.
Con el tiempo, las aparentemente eternas crisis económicas del país, acabarían con otros proyectos industriales que llevarían a la ciudad a la actual situación, donde el sector privado sólo genera poco más de 12.000 empleos, la mayoría de ellos vinculados al comercio, el transporte y en menor medida la pesca, el agro y los servicios.
Necochea industrial
Si bien en la actualidad no se puede definir como una ciudad de perfil industrial, en algún momento se soñó con una Necochea fabril. Una de las primeras industrias que existieron en esta zona, en los años de la fundación, fueron los hornos de ladrillo, de los cuales fueron saliendo uno a uno, simbólicamente, los componentes de la ciudad.
Si bien no se sabe con precisión cuál fue el primer horno, los primeros antecedentes mencionan a uno que explotaban los hermanos Andrés y Victorio Fontana, quienes vinieron de Ayacucho.
Otras informaciones dan cuenta del horno de José Ignacio Galparsoro, cuyo asentamiento databa de años antes de la fundación.
Pero la incidencia del medio rural marcó el camino que debería tomar la radicación industrial en Necochea, y así fue como apenas tres años después de la fundación, comenzaron en 1884 a levantarse los cimientos de un gran molino a Vapor Cilindros, cuyo propietario fue Julián Gámez. La industrialización de la producción primaria impulsó notablemente la siembra y, de tal modo, en poco tiempo más se superó la cifra de 30.000 fanegas de trigo en el distrito.
En 1908 surgió la primera compañía de electricidad a partir de ese molino.
Otras industrias pioneras en los albores de Necochea fue la fábrica de carruajes, fundada en 1893 por Juan Lafforgue, mientras que aparecieron los primeros establecimientos de quesos y lecherías, como los de Pedro y Angel Redolatti; y la talabartería de Luis Arigotti.
En 1930 se reflejó el impulso de Kristian F. Bork en una fábrica de hielo, la cual era una de las más modernas en el país.
Para esa época funcionaba una fábrica de bebidas gaseosas bajo el rubro Antonio Gatto y Cía., además de herrerías artísticas de obra como la de Filippini y de Pedro Tavano.
Con los años la ciudad contó con una gran industria pesquera, astilleros y fábricas dedicadas a la elaboración de otros productos de primera necesidad, como harina, o elementos para las tareas agrarias, como postes para alambrados.
En 1924, Donato D´Angelo fundó en nuestra ciudad la fábrica de fósforos Necochea. Allí se elaboraban los fósforos Pique y Las 3 Marías. Las marcas lograron imponerse rápidamente en el comercio local y tenían gran aceptación en Lobería, Tres Arroyos, Balcarce, Juárez, Gonzales Chaves y otras localidades de la región.
Transcurría el año 1938 cuando un necochense de 26 años patentaba una máquina hileradora, la que por su carácter especial, y según los resultados obtenidos con los modelos hechos como ensayo, ofrecía ventajas tan importantes sobre las máquinas similares comunes que, de antemano, podía asegurarse el éxito que tendría en el levantamiento de cosechas de cereales y forrajeras en general.
El invento de Rodolfo Ardanaz dio inicio a una de las industrias locales con mayor trascendencia a nivel nacional: la fábrica de maquinaria agrícola Rodolfo Ardanaz y Hermanos.
Otra industria local muy pujante fue la naval. Su principal exponente fue el Astillero Vanoli, ubicado sobre la margen izquierda del río, que inició su actividad en junio de 1954.
Aunque la pesca fue durante décadas la industria que más empleo generó en la ciudad. En su mejor época, unas 3.000 personas estaban vinculadas directa o indirectamente a la pesca comercial, ya sea en la extracción, como en el procesamiento, la elaboración de otros productos derivados o incluso la construcción y reparación de embarcaciones, como el caso de Vanoli
En la década del 70 el mercado de la pesca local vivió su época de oro y los establecimientos se multiplicaron, llegando a contar con unas 20 plantas. El cierre de Huemul en 1981 significó el inicio de una larga agonía para esa industria, que nunca se recuperó.///