Hola. ¿Cómo están? Soy Luisa, todos me conocen por Beba. Argentina, para más datos porteña. Y por mis venas también circula sangre itálica, ya que mis 4 bisabuelos y mis 4 abuelos eran italianos.
En mi historia de vida hubo momentos placenteros y felices y otros, no tanto. En estos momentos trato de recordar los buenos. Es por ello, que quiero compartir con ustedes un hermoso viaje realizado a la provincia de San Juan. Lo hicimos en automóvil.
Faltando unos km paramos a descansar, la conductora del mismo y darle un respiro al auto. Al pasar unos lugareños nos advirtieron que era época de sequía y los pumas bajaban a buscar agua. Lo pudimos comprobar porque ellos merodeaban el vehículo pero evidentemente era agua, no comida, lo que buscaban. Ahí comprendimos el viaje que además de ser de placer iba a ser de cuidado. Al llegar a San Juan, las amigas de mi tía nos esperaban con un sabrosísimos chivito cocido en horno de barro. ¡A descansar!
Al día siguiente, partimos hacia Calingasta, 145km. de camino de cornisa y muy sinuosos. Antes de emprender el recorrido hay un servicio meteorológico, si hubiera neblina, llovizna o viento sonda no se puede avanzar por el apunamiento.
Hay un horario para ir y uno para volver por lo estrecho del camino.
En Calingasta se cultivan unas jugosas manzanas. Regresamos ya anocheciendo. Paramos unos segundos para mirar el cielo. Tuvimos la sensación de tocar el mismo y las estrellas con nuestras manos debido a lo límpido de la atmosfera. Continuamos el regreso a descansar.
Al otro día partimos hacia las termas de Pismanta, el límite con Chile. Ahí nos dimos un baño, bebiendo de esa agua procesada para facilitar la digestión. Regresamos pasando por el cerro morado, bellísimo, por efectos del sol pareciera que emite destellos.
Paramos unos segundos donde había letreros que decían que no se podía tocar nada. El guía nos dijo que este cerro guarda un misterio, que después contaré.
Yo no hice caso, extraje un pedacito y lo puse en el auto. Al ir llegando, en el auto empezó a haber un olor nauseabundo. El guía me pregunto si había tocado algo, tuve que admitir que sí.
Cual sería mi sorpresa que me dijo:
- lo que vos traes no es una piedra, es un resto fósil de un dinosaurio.-
si bien, no deja de estar petrificado, al salir de ese ambiente, se descompone. Ese tono morado pasó a ser negro.
Llegamos a descansar.
Al día siguiente fuimos a la muy venerada Difunta Correa. Donde me ocurrió algo que pareciera un anuncio premonitorio. Me angustié, me puse a llorar, le pedí que si había alguien enfermo que no sufriera.
Al regresar del viaje, mi papá no estaba bien y a los 3 meses falleció. Continuando con el viaje y de despedida visitamos las bodegas.
Espero que hayan disfrutado del viaje tanto como yo.
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Sobre la autora:
Beba Degli: “Yo nunca escribí. Debido a mi estado de salud, un día sin darme cuenta comecé, y las cosas van saliendo, como salen, espontáneamente”.
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