Un lugar ideal para los ángeles
En 1949 llegaron al balneario Los Angeles un grupo de personas que había comprado terrenos en el lugar sin conocerlo. Casi medio siglo después una de las primeras veraneantes recordó aquellos años en un ensayo
En 1949 un grupo de veraneantes llegó hasta un solitario paraje al oeste de la ciudad de Necochea, lo que hoy es el balneario Los Angeles.
En el pequeño camión de un vecino de apellido Mársico los veraneantes recorrieron un camino casi intransitable, plagado de charcos y barro. El grupo estaba formado por el odontólogo Ricardo Heber Crosta y la asistente dental Margarita Ferreyra. También Aurelia, madre de Heber Crosta; Eudaldo, padre de la asistente; y una hermana de Margarita.
En un consultorio de la Capital Federal Heber Crosta y Margarita habían observado un plano de Necochea en busca de unos terrenos ubicados a unos 30 kilómetros de la ciudad, donde había unas pocas casas.
Habían comprado los terrenos a la firma Gasparotto y Cia sin conocer el lugar. Por eso viajaron en agosto de aquel año y se encontraron con un lugar desértico, pero hermoso, aún en pleno invierno.
La anécdota la registró hace más de 20 años la escritora Célica Coolen Black en un ensayo sobre la historia del paraje.
La autora recordaba que cuando llegó por primera vez sólo dos de las 10 casas existentes estaban habitadas y no había comercios. Los turistas recibían encomiendas enviadas por tren y algunos comestibles nunca llegaban.
En los años 50 existía un modesto bar y almacén. Alvarez era el apellido de su propietario. Allí hacían un alto los arrieros y peones de las estancias cercanas para tomar una copita, en la quietud del solitario lugar, El comercio estaba ubicado entre Diagonal Norte y Del Parque. Años después quedó abandonado.
Una usina eléctrica propia abastecía de electricidad al lugar desde 1949. Contreras, encargado del balneario, se encargaba del mantenimiento de esa usina. Vivía en un pequeño galpón en las calles De los Apeninos y De los Vallecitos. A las 22, puntualmente, desconectaba el motor y todo quedaba a oscuras. Diez minutos antes daba aviso mediante un «guiño».
Con eso -relata Coolen Black- daba tiempo «a los que queríamos trasnochar jugando a la lotería, a las cartas o leer, de tener listas las lámparas de kerosén, velas y linternas «. En diciembre de 1951 la firma Gasparotto anunció la inauguración del servicio de ómnibus desde Necochea al balneario Los Angeles.
Desde el 8 de enero de 1952 un micro cubría en 45 minutos el trayecto entre Necochea y el balneario.
El servicio estaba a cargo de la Compañía de Transporte Gral. Necochea (siempre y cuando el buen tiempo lo permitiera).
Victorio Gasparotto también habilitó su chalet como hostería, pero sólo funcionó como tal durante 1952.
Muchas familias se hospedaban en «La Hostería» (así la llamaron) con pensión completa. Llegaban el viernes y volvían a Necochea en el ómnibus del martes. Algunos veraneaban en «El Farito», otro lugar que brindaba hospedaje.
Hércules Beltrami compró años después una de las casitas que hizo construir Victorio Gasparotto. Es que la mayoría de los pasajeros de la hostería llegaban hasta el lugar para ver sus terrenos, o -en otros casos- para observarlos con el fin de comprarlos.
Aunque fue breve, la existencia de La Hostería resultó inolvidable para muchos. Bailes de disfraces y otras fiestas se realizaron allí.
En el balneario prácticamente no había tierra: todo era arena. Para hacer un jardín había que llevar tierra desde el camino de entrada al balneario rodeado de eucaliptus. El primer árbol de Los Ángeles se plantó en 1951, en «El Farito».
Se conoce como «El Farito» a la réplica de un faro construida junto a una vivienda, que contiene una virgencita de Luján empotrada en una pequeña caja con frente de vidrio. Fue concluido el 27 de febrero de 1951.
Tiene más de dos metros de alto y poseía una potente farola que se observaba desde lejos. Llegar hasta «El Farito» es un paseo obligado de Los Ángeles. Los más creyentes se detienen a rezar frente a la virgencita.
El nombre del balneario se originó en una poética frase de la esposa de Victorio Gasparotto. «¡Qué lugar de paz, esto es ideal, esto es para los ángeles”, dijo con relación al lugar. Así quedó bautizado el balneario como Los Ángeles.
Primeros residentes
Felipe Etchemendy, que construyó las primeras diez casas encargadas por Gasparotto, instaló un almacén en la calle Los Vallecitos.
Más tarde se lo vendió a Leopoldo Justo, quien en 1969 lo alquiló por un año a Horacio Nuñez. Todo quedó abandonado.
Más tarde Nuñez construyó su propio almacén en Los Vallecitos y Las Luciérnagas.
Luis Nelli es otro de los hombres recordados del balneario. Residente permanente, se ocupaba de lavar sábanas, toallones, colchas y manteles de los veraneantes cuando éstos se iban. También dejaba las viviendas listas para el año siguiente.
Pascual Fazzito se sumó en 1953 como personaje de Los Angeles: transportaba correspondencia y mercadería en una camioneta tan vieja como la de Mársico.
En 1964 se formó la primera Sociedad de Fomento de Los Ángeles. Roberto Coolen, esposo de la autora del ensayo y amante del cine que llegó a filmar películas en el balneario, fue designado presidente.
El resto de la comisión directiva era integrada por Juan Manes (vicepresidente), María del Carmen Gilardón (secretaria), Célica S.F. de Coolen (prosecretaria), María Cristina Gilardón (secretaria de actas), Oscar Mazzei (tesorero) y Elio González (protesorero). Los vocales eran Raul Villar, Hércules Beltrami, Margarita Ferreyra, Jaime Corral, Oscar Del Cel, Carmen S. de Gilardón, Ana R. de González, Eudaldo Ferreyra, Oscar Maza, A. Parseghian, Marta Sánchez de Del Col, Leopoldo Justo, Adolfo Rasmussen y Lucy de Rasmussen. Era revisor de cuentas Carlos Del Col y asesor legal el escribano Jorge Cardinal.
La entidad fue reconocida oficialmente por el intendente Edgardo Hugo Yelpo en 1965 como Sociedad de Fomento-Vecinal Balneario «Los Angeles» Necochea. Tenía domicilio de su secretaría en Matheu 1300 de la Capital Federal.
Durante 1965 y 1968 funcionó un destacamento policial. Fue habilitado nuevamente en 1978, pero por poco tiempo.///