Un lugar pensado para el cuidado de niños
El edificio que alberga al Hogar Raimondi fue construido para dar beneficios a niños débiles, luego de 50 años de labor, y cumpliendo una valiosa labor humanitaria, cambió sus objetivos
Ecos Diarios
Archivo
El edificio de la antigua Colonia Marítima de niños débiles, tal su nombre original, no pasa inadvertido a los ojos de quien visite la zona balnearia. En un amplio predio frente al mar se alza la estructura de este inmenso establecimiento de líneas monumentalistas, que ya lleva poco más de 80 años desarrollando su benéfica función. Ocupándose, alternativamente, de los dos sectores más desprotegidos de la sociedad, los niños y los ancianos.
La Colonia lleva el nombre de un profesional de la salud y destacado tisiólogo argentino, Alejandro Raimondi que dedicó la mayor parte de su vida a combatir el flagelo de la tuberculosis. Desde 1911 y durante varios años dirigió el Hospital Tornú, de Capital Federal, desde donde puso en marcha vastos proyectos para dar lucha a esa enfermedad, entre ellos, una maternidad para madres tuberculosas, el preventorio Roca que daba silo a hijos de padres con esa enfermedad y luego se suma, en 1928, la Colonia de Vacaciones de Necochea y la organización de comedores para brindar equilibrada alimentación en forma gratuita.
Proyectos
No se detuvo allí su trabajo y puso en marcha muchos proyectos e investigaciones lo que le valió el reconocimiento de la comunidad y en ocasión de su muerte, ocurrida el 10 de febrero de 1945 se dijo: “La vida del doctor Raimondi ha sido útil para la ciencia médica y para la Nación y los aspectos más salientes de su carácter y de su obra están destinados a cobrar formas perdurables”.
Conocer la trayectoria de este médico permite comprender porqué se le impuso su nombre a la Colonia de Niños Débiles en nuestra ciudad.
Si bien el primer pabellón fue inaugurado en 1928, hay que remontarse hasta el año 1923 en que el diputado nacional Dr. Leopoldo Bard presentó un proyecto para la creación de un asilo-hospital donde alojar a niños considerados débiles. A partir de ese momento inició gestiones para que se incluyera una partida de dinero en el presupuesto de aquel año para construir el asilo.
Niños débiles
El fin que lo inspiraba era dar amparo a la niñez desamparada, pequeños de la Capital que habían contraído tuberculosis, y que ya restablecidos, tenían una salud débil.
La iniciativa contó de inmediato con el auspicio del Sr. Presidente Dr. Alvear y del intendente de la Capital Federal, Dr. Noel. A nivel local el Centro Comercial e Industrial y el municipio dieron su apoyo.
Digna de elogio fue la acción del Sr. Carlos Díaz Vélez quien en noviembre de 1923 se presentó en el Ministerio de Obras Públicas para ceder una fracción de terreno 37.331m2 de su propiedad para la construcción de la colonia para niños; al mes siguiente se aceptó la donación y en poco tiempo más tras el estudio del terreno por parte del inspector del MOP, Francisco Benavente, se comenzaron a confeccionar los planos.
Por decreto del Poder ejecutivo nacional en julio de 1924, se aprobó una partida de $381.194 para construir el primer pabellón y la dirección de Arquitectura se ocupó de la parte administrativa de la obra y para ello envió al Sr. Juan Daramdray a licitar en el comercio local la provisión de materiales. En agosto de aquel año comenzaron las obras preliminares, como delineación y nivelación del terreno, se armaron galpones. Desde un principio Volney Mogica fue el encargado administrativo de la obra, secundado por Félix T. Gómez.
A fines de 1924 el ritmo de trabajo era incesante, pero es interesante destacar las condiciones en que se trabajaba. Mientras se levantaba una pequeña casa destinada a oficina ya se había instalado una casilla y galpones. El agua era provista por la Municipalidad mediante un carro aguatero hasta que se instalara una bomba de mano. En un principio, entre peones y albañiles, solo trabajaban 20 personas porque como no se contaba con una calle de acceso establecida había que sortear el médano y eso dificultaba el ingreso de los materiales. Una vez subsanado ese inconveniente los trabajos se aceleraron y a mediados de 1925 ya se había levantado la planta baja.
Construcción
El edificio se construyó sin descuidar detalles, se usaron materiales de buena calidad, se aprovechó la arena y piedra de la playa que combinada con pedregullo redujo los costos.
La casa de material donde se instalaron las oficinas, que contaba con varias piezas, cocina y dependencias de servicio fue dotada de mobiliario construido en la carpintería instalada en el lugar. También se estableció una herrería, en el lugar se formó una especie de campamento con los obreros que optaron por residir en la obra.
Para el acarreo de arena la Municipalidad facilitó vagonetas y la vía Decauville, lo que simplificó la tarea.
Cuando la silueta de la colonia se fue definiendo los trabajos dejaban muy buena impresión y daban acabadas muestras de la dimensión que cobraría una vez finalizado, culminando 1925 el ala izquierda ya había sido terminada, mientras que la central y derecha le faltaban 2,50m para su altura definitiva. El aspecto interior y exterior fue muy cuidado y se usó para su construcción losas de hormigón armado, sistema moderno por aquella época, donde se armonizó lo útil con lo artístico.
Inauguración
La inauguración del primer pabellón de la Colonia de Vacaciones se efectuó el 1 de marzo de 1928. Al establecimiento único en su género en toda la Argentina, arribaron 180 niños, con médicos y personal de cuidado, procedentes de la ciudad de Buenos Aires.
Al arribo del tren, la estación lució colmada de público, los pequeños llegaron en compañía del Dr. Leopoldo Bard, el Dr. Alejandro Raimondi; el director de la colonia, Dr. Alejandro J. Camere y el Sr. Ricardo Batalles.
Más de 1500 personas aguardaron la llegada de la formación y la banda del maestro La Battaglia ejecutó marchas militares, el atardecer de ese día fue jubiloso. Los pequeños fueron trasladados hasta la colonia en un centenar de automóviles particulares destinados al efecto y la compañía de tranvía también brindó servicio gratuito para trasladarse a la villa balnearia.
Durante cincuenta años esta colonia albergó a niños de todo el país, y algunos vieron por primera vez el mar aquí en Necochea, pero en 1978 la Municipalidad de Buenos de Aires, de quien depende la colonia la destinó a Hogar de Ancianos, y sigue así cumpliendo con la labor humanitaria para la que fue creada.