Un nuevo aniversario de la ciudad que seguimos anhelando
«El futuro no es lo
que va a pasar,
sino lo que
vamos a hacer»
Jorge Luis Borges-
Dicen que fue un día ventoso y con sol, aquel miércoles 12 de octubre de 1881 cuando se fundó Necochea, jornada de fiesta, izamiento de la bandera nacional, utilizando el palo mayor del velero «El Filántropo», que había naufragado en la costa de Médano Blanco, el madero fue traído por una caballada a través de los arenales. El lugar, el centro de la plaza del pueblo, gran fiesta popular, con asado por medio y una enorme carpa para la celebración. Se redactaba el acta firmada por los presentes y entres ellos se destacaban dos personalidades centrales, Angel Ignacio Murga y Victorio de la Canal a quienes se los reconoce como los padres fundacionales.
Fueron años sobrellevado la burocracia, siempre presente entre nosotros, esperando leyes en la legislatura provincial, también soportando indiadas bravas, aun así se iniciaba un hecho histórico del cual mañana se conmemora el 139 aniversario del nacimiento de esta ciudad la que caminamos a diario y que lleva el nombre, a su memoria, del general Mariano Necochea, granadero a caballo y lugarteniente del general José de San Martín.
No es intención hacer historia, además no podría resumirse en un comentario por mayor poder de síntesis que se tuviera. Necochea la ponderada por sus bondades naturales, esa que la bendijo la mano de Dios para que tuviéramos turismo, puerto, parque, río, mar, playa, zona agraria, ergo, potencialmente envidiable, sin embargo siempre dando las mismas respuestas a idénticas preguntas «que les pasa que, con todo lo que tienen no crecen y se desarrollan a esta altura», preguntaba un amigo de San Luis, casi un símil de la Argentina ¿por qué estamos todavía esperando la ciudad que, por esas lógicas razones nos merecemos? Tres cosas en la vida no pueden volver atrás, la flecha lanzada, la palabra pronunciada y las oportunidades perdidas. En 139 años no todo fue así, de aquella aldea rodeada de paja brava se erige hoy una ciudad a la vera del Atlántico con un futuro promisorio pero, hay que tener en cuenta que quienes se olviden de los errores del pasado pueden volver a cometerlos.
De cuarenta años a la fecha, los gobiernos municipales han tenido cada uno, en su tiempo, una gran cuota parte de responsabilidad, fundamentalmente por no saber, también algo de no querer y muy poco por no poder quedando atrapados en una telaraña que obstruye los cambios imprescindibles que se necesitan, con una manifiesta ausencia de gobernantes emprendedores con visión de futuro enroscados por la elección que viene.
Lo importante es saber hacía donde ir
El domingo 27 de septiembre en Ecos Diarios en la sección Mirada Urbana, del suplemento dominical que incluye este comentario, una estadística difícil de hallar y fácil de comprender al leerla, señalaba que hace cuatro décadas 1980 fue uno de los años de mayor crecimiento en obras de infraestructura y urbanismo. Se indicaba, en esa nota, una inversión de cincuenta millones de dólares para realizar obras de mejoras en Puerto Quequén, año de remodelaciones y embellecimiento de los espacios público, variedad de construcciones privados y estatales, comenzaba a operar la planta industrial Cargill, destinada a elaborar aceite de girasol y lino, la construcción del gasoducto Barker-Necochea y numerosos planes de viviendas que finalizaban, obras de ampliación en los hospitales, comienzo de la colocación de materiales para el nuevo puente «Dardo Rocha» y de regalo un verano excepcional para toda la costa atlántica con ingreso récord de turistas, y un detalle no menor para tener en cuenta, en 1980 se produjo la segunda gran inundación de la historia de nuestro distrito.
Rescatamos con minuciosidad esos datos, sin importar gobierno nacional, provincial o local existente, al respecto nada puede cambiar la realidad y el desarrollo en esos años. Desde el 1983 al presente, cada gobierno municipal se ha manejado con criterio personalísimo y no han podido, sacar del ostracismo la herencia de temas y acciones que nunca terminan de concretarse. A esta ciudad, para renovarla, hay que atreverse a los cambios y quien eso haga se ganará un lugar en la historia lugareña.
Se han anunciado planes estratégicos poniéndole pomposos títulos, comisiones que duran como castillos de arena, pero siempre está el terror a los cambios y al llamado costo político, algo que ya cansa y demuestra un personalismo megalómano. Necochea no está esperando historias que se repitan, sino anuncios que se concreten, medidas que se profundicen, que se deje de lado el populismo farandulero, ir a las cosas, en una ciudad donde razonablemente deben sobrar la coincidencia en sus principales actores, lo malo es la quietud, cómplice de la negación con el enorme daño que produce perder el tiempo, ese irrecuperable valor, que sólo nos ha dejado asignaturas pendientes.
Momentos de decisiones requiere este presente
El de mañana será un festejo conmemorativo distinto el de este año por razones obvias, calles sin gente y encuentros ciudadanos de lado, en un que es extraño y que nos obliga a adaptarnos y seguir para adelante como lo ha hecho el hombre desde hace millones de años.
Es oportuno recordar aquel segundo balneario en importancia en la extensa costa atlántica, con un público de poder adquisitivo que se fue alejando de nuestras playas, por razones que el tiempo ha borrado ya, nostalgia de aquellos veranos repletos de gente, larga permanecía de turistas, ofertas de diversos, espectáculos, teatro, café concert, recitales, la llegada de los grandes del fútbol haciendo la pretemporada, bajando y subiendo médanos porque Necochea traía suerte en el campeonato.
Nada de eso está presente y no busquemos excusas por la pandemia, se necesita urgentemente recuperar bríos, seducir, convocar, mejorar ofertas, competir, no todo puede ni debe hacerlo el Estado, los privados deben estar presentes en el momento que se está definiendo el futuro del ex complejo casino, no importa de donde venga el dinero, da lo mismo de aquí o de allá.
Consolidación en la sociedad sobre el hacer por sobre la retórica, instar a los 20 concejales que tomen resoluciones y definan posturas, dejando el “pero” interminable que termina siendo la nada y el «no» que adormece y dilata sin razón. La transformación de Necochea espera hace 80 años por la apertura del frente costero camino al oeste, entendiendo que la urbanización no puede ser de 75 a 89, siendo ridículo en una ciudad que ha nacido frente al mar que se lo ignore sobremanera. Lo hemos repetido desde esta columna dominguera, que es la razón de ser, la posibilidad de vivir frente al mar. Necochea debe la única ciudad turística en el mundo a orillas de cualquiera de los siete mares que no tiene un hotel de nivel de cara al mar, a pesar que los tuvo. Se está dando vueltas con el llamado Jardín de Rocas, que de jardín no tiene nada sin aprovechar la rentabilidad que tiene ese lugar, por otra parte es plausible que se esté de una vez por todas cerca de la venta de las tierras del ex complejo. Obras son amores
Hay mucho por hacer, en esta Necochea más que centenaria: por ejemplo que quede todo pavimentado el perímetro de 32 entre 42 y de 75 a 91 para cerrar toda una zona densamente poblada. La terminal de ómnibus espera por su modernidad y por qué no bregar por la ampliación de carreras universitarias con salida laboral, materias científicas y técnicas que se adapten a la región.
La educación es el nombre del progreso y retener esa materia intelectual significa unos 4.000 alumnos del (distrito Necochea, San Cayetano, Lobería) que emigran buscando dónde estudiar una profesión, muchos no regresan, es dinero que se fuga de nuestra economía cotidiana; jóvenes que no retornan, la nueva Necochea que queremos y el gran anhelo que no puede quedar afuera debe ser la educación, única manera de bajar el índice de inseguridad, elevar el nivel de calidad de la sociedad e igualar oportunidades.
En esa «ciudad que todavía esperamos», tenemos todo, es cierto, algo que deberá dejar ser una definición abstracta para convertir ese seriamente «todo» en el despegue definitivo.
La definición que se está llevando a cabo sobre el futuro del ex complejo casino es de vital importancia, con la aprobación del Concejo Deliberante la venta de las tierras, vendrá luego la seducción al capital privado y el comienzo de una nueva etapa promisoria.
Es el momento de respetar y hacer honor a quienes lo vieron hace ya 139 años que, en la confluencia del Quequén con el mar estaban dadas las condiciones naturales para que surgiera una gran ciudad.