Un paseo por el historial del “pulmón verde” de la ciudad
Desde fines de la década del 40 se empezó a conformar el parque Miguel Lillo. La titánica tarea de fijar los médanos y crear una masa arbórea
RAÚL JÁUREGUI
Redacción
En la tradicional columna basada en el rico archivo de Ecos Diarios, fue el momento de recorrer en el aire de Ecos Radio el historial, desarrollo y relevancia del parque Miguel Lillo.
En el inicio se dio cuenta que el Parque Miguel Lillo tuvo su primer antecedente en 1927, cuando mediante la Ley 3929 se le expropió las tierras costeras a la familia Díaz Vélez, con el fin de ampliar el ejido urbano de Necochea. Una medida que la Provincia oficializó a través del decreto 8762, en el año 1945.
La Provincia dispuso, tres años después, la creación de un vivero dunicola y estación forestal, que fue concretado en marzo de 1948, poniendo al ingeniero Edgar Gatti al frente del quijotesco plan de fijar y luego forestar a los indomables médanos de arena que había en ese sector.
Una tarea titánica
En la continuidad del diálogo en el programa “Desde Temprano”, se mencionó que Gatti lideró un grupo de unos 12 colaboradores, y él mismo, al recibir en 2010 del Concejo Deliberante la distinción de ciudadano ilustre de Necochea, mencionó en ese equipo a Francisco García, Francisco Fanuele y Ángel Royo. Éste último padre de la recordada Mabel, que confeccionara por años y hasta su fallecimiento las bellas banderas argentinas que flamearan en la propia plaza del parque, en el Jardín Francés, y el mástil de 10 y 91; así como también la enorme tela con los colores patrios con la que se cubre en las fiestas patrias el frente del edificio de la Municipalidad.

La tenaz tarea consistió en dominar el irregular suelo en una extensión que llegó a tener 644 hectáreas, plantando primero almácigos, luego creando barreras contra el viento costero y teniendo que reponer y armar una y otra cuando la naturaleza destruía lo realizado. Una labor titánica si se quiere.
El trabajo de Edgar Gatti y su gente se extendió hasta 1983, plantando unos 2.500.000 árboles, en su mayoría pinos de distintas variedades, pero hoy se estima que hay muchas menos en pie.
Más allá de los árboles, el Parque fue sumando construcciones y atractivos, siendo la etapa más productiva en ese sentido las décadas del 60 hasta la primera mitad de la del 70, donde se concretaron las obras del anfiteatro, fuente de agua, trencito de Pinolandia, sector de parrillas y sanitarios públicos, entre otras. En las últimas décadas se concesionaron tierras del Parque a varios gremios que montaron sus campings y cabañas.
Mucho tuvo que ver en las primeras concreciones el respaldo de la Asociación Amigos del Parque Miguel Lillo, integrada entre otros de personalidades como el profesor Pedro Arozarena, cuyo nombre lleva el anfiteatro; el prestigiosos biólogo marino Enrique Balech; el notable bromatólogo y veterinario José Squadrone, que da nombre al Museo de Ciencias Naturales, y el propio Gatti.
En este último caso había ideado para el interior del Parque un hotel, cancha de golf, lago artificial y hasta una universidad que no se concretarían.
A manos municipales
En 1979 la Provincia pasó a la jurisdicción de la Municipalidad de Necochea el Parque Lillo, designándose a Gatti director de Parques y Paseos Públicos. Por muchos años su residencia fue la casona de los Villa Díaz Vélez, en la que hoy funciona el Museo Histórico Regional.
Desde 2001 existe la Asociación de Conservación para la Conservación del Parque y por estos días viene dando sus primeros pasos la Mesa de Consenso del Parque Miguel Lillo, un espacio de diálogo y planificación y desarrollo de este sitio bello y disfrutable de la ciudad.
A quién debe su nombre
En el trazo final de la columna radial se citó que el parque necochense lleva el nombre de Miguel Lillo, un destacado botánico tucumano de condiciones poco comunes, que durante medio siglo se dedicó a la investigación científica, la docencia y la dirección de instituciones públicas.
En cuanto a Edgar Gatti se dio nota de un aspecto curioso: nació en Ayacucho el 5 de junio de 1923; jornada en la que se celebra el Día Internacional del Medio Ambiente, al que este profesional le dedicara buena parte de su vida.
Por otro lado, justo es decir que esta extraordinaria reserva forestal ha generado a través de los años debates y controversias en cuanto a la urbanización del lugar. Sin embargo, ha prevalecido la voluntad y decisión de mantener al paseo sin mayores cambios, siempre bajo la órbita municipal.
La columna completa se puede escuchar en el Spotify de Ecos Radio.
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