Un pequeño gran aporte
Esta semana que pasó se conoció la iniciativa de un grupo de guardavidas de ceder, a modo de préstamo, un desfibrilador externo automático (DEA) al Centro de Educación Física N° 76 de Quequén para que lo usen durante el invierno.
Este desfibrilador lo habían comprado por iniciativa propia al ver que en la playa de Necochea no había ningún equipo de este tipo para prevenir la muerte súbita. Es más, recién el primero fue el que compraron los seis guardavidas en el mes de febrero de este año y que incluso se utilizó en algunos casos de emergencia cardiovascular ocurridos durante la última temporada.
En este sentido, hay que destacar la iniciativa de estos guardavidas que juntaron el dinero vendiendo calcomanías y, tras una campaña en redes sociales, lograron también el aporte de algunas empresas que les permitió adquirir el DEA. Ahora tomaron la decisión de prestarlo durante los meses de invierno hasta que se reanude el servicio de playa en noviembre.
Más allá del gesto solidario, la situación deja en evidencia los escasos recursos que tenemos en lo que respecta a la prevención de la salud.
Al finalizar la temporada, la Asociación de Guardavidas advirtió la necesidad de contar con más desfibriladores en la playa porque, en principio, hay solamente dos: uno en Necochea –el que compró este grupo de guardavidas- y otro en Quequén –que adquirió el balneario La Virazón.
Llamativamente no hay ninguno en las postas de salud, que se habilitan en temporada justamente para casos de emergencia. Con la cantidad de personas que circulan en la arena, en pleno verano, no puede ser que el distrito no cuente con un buen servicio en este sentido.
Hay que tener en cuenta que, con la extensión de la playa, debieran estar disponibles más desfibriladores porque si se necesita uno en la zona del muelle y el DEA está en la escollera, no están simple que se llegue a tiempo.
Para que realmente la prevención se cumpla, el protocolo de seguridad sanitaria debe estar muy aceitado y, como primera medida, se deben contar con los recursos necesarios, algo que evidentemente está fallando.
Por otro lado, a esta altura, un establecimiento como el CEF, donde concurren unos 1.600 alumnos, más docentes y familias, debería estar cubierto para casos de emergencia de este tipo. Por suerte, ahora lo está por una iniciativa particular y no porque el Estado haya tomado nota.
Cada vez más se debiera avanzar en sumar equipamiento de prevención en canchas de fútbol, establecimientos educativos, teatros, entre otros lugares en los que circula mucha gente. Y la playa, con más razón.
Necochea tiene la suerte además de tener una Cruz Roja activa que ha avanzado en la capacitación de la población en primeros auxilios y reanimación cardiopulmonar. Aprovechemos estas condiciones para seguir preparándonos para los casos de emergencia.
Contar con el conocimiento de las técnicas de reanimación y tener además un desfibrilador cerca, puede salvar vidas. Es de esperar que el Estado nacional, provincial y municipal se comprometa para que haya equipos en los lugares públicos y, por otro lado, los ciudadanos nos sigamos preparando para actuar cuando sea necesario. ///