Un pueblo que nació, creció y murió con el tren
Hace 113 años, en mayo de 1910, comenzó la venta de lotes para la creación de Lumb. Sin embargo, el proyecto de urbanización quedó en los papeles. Hoy tiene un sólo habitante
Archivo
Ecos Diarios
En mayo de 1910, hace 113 años, comenzó la venta de lotes en lo que se proyectaba, sería el nuevo pueblo de Lumb. El predio de 797 hectáreas se encontraba en cercanías de la estación de trenes inaugurada dos años antes.
Según un antiguo plano, las tierras, que pertenecían a Manuel García Gómez, habían sido divididas en 976 solares, 60 quintas y 24 chacras.
El remate estuvo a cargo de la firma Diógenes Ruiz, de Tandil, y en el plano figuraba la disposición de los futuros edificios públicos del pueblo, como la Iglesia, un colegio y la delegación municipal, todos en torno a la plaza.
Sin embargo, tal como ocurriera con la Villa de la Salud, que el doctor Alberto Nazarre quiso fundar en cercanías de la misma estación, el nuevo pueblo de Lumb sólo quedó en los planos.
El nombre
Estación Lumb fue inaugurada en 1908, entre las estaciones de Tandil y Defferrari. Tomó su nombre del acaudalado empresario inglés Edward Lumb, que obtuvo la concesión para la construcción de las vías de la Buenos Aires Great Southern Railway Company Limited, aquí denominado Ferrocarril Sud.
La primera línea, entre Constitución y Chascomús, fue inaugurada en 1865 y luego comenzó a extenderse hacia el Sur de la Provincia de Buenos Aires.
Al habilitarse la estación Lumb en el año 1908, se instalaron en sus cercanías una pequeña cantidad de pobladores que estaban relacionados con las tareas agrícolas ganaderas de la zona.
La fundación de la Sociedad Deportiva Dinamarquesa Dannevirke y del Club Defensores de Lumb, dio mayor impulso a la pequeña población.
De allí que se decidió lotear varias hectáreas de campo y se planificó allí la fundación del pueblo. Sin embargo, este proyecto sólo quedó en los papeles.
Lumb había nacido junto a la estación y allí creció y existió hasta fines del Siglo XX, cuando prácticamente quedó desolada.
Pero, según un anuario editado por el Ferrocarril Sud sobre sus estaciones, Lumb, ubicada en el cuartel 6 del Partido de Necochea, contaba a principios del siglo XX, con dos escuelas: la Nacional Nº 105, cuya directora era Amanda V. de Bab, y en la que los alumnos podían concurrir hasta 3º grado, y 35 estudiantes; y la Provincial Nº 24, a cargo de María S. de Rodríguez, con 40 alumnos.
También contaba con la sociedad deportiva Dinamarquesa Dannevirke, que tenía 75 socios, y el club Defensores de Lumb, con 45 asociados.
Contaba con un destacamento policial y en la estación funcionaba una estafeta de correo y el telégrafo. Por otra parte, había dos abonados al teléfono.
Según el anuario, publicado en los años 20, «la población rodea la estación; está ubicada en un bajo y su edificación es de material, madera y adobes; hay servicio de autos o coches y donde hospedarse. Tiene 518 habitantes».
En aquella época funcionaba el almacén de Tomás Devincentti y otro llamado El Sol, de Sanz y Cía. También la carnicería de Francisco Serra y Marcelino Fredes.
Devincentti representaba a las compañías de seguros La Agrícola, Rosario Agrícola y la Inmobiliaria, mientras que Sanz era agente oficial de La Previsión de Tres Arroyos.
Había también una panadería, atendida por Carlos Charadía, la peluquería de Severo Momeño y la pensión de Carlos Biashi, que contaba con 6 camas.
Devincentti era representante de la maquinaria agrícola Agar, Cross y Cía. y de los combustibles West India, de los que tenía surtidores en su almacén de ramos generales. En tanto, Sanz representaba a los combustibles Energina.
Había en el poblado dos herrerías, la de Carlos Bretchsneider y la de Roberto Haefeli.
La publicación también contaba con un listado de los agricultores radicados en Lumb: Viggo Andersen, Carlos Andreasen, F.H. Andreasen, Juan P. Arata, Manuel Artía, Amador Corvalán, Baldomero Christiansen, Christian J. Christiansen, Eske Christiansen, Tomás Devincenti, Teodoro Frolund, la señora de Gogeascoechea, Bille Hansen, José Hansen, Tosvig Hansen, José Have, H. Hoyberg, Armando León, Fausto Lencina, Anselmo no, Carlos Nor, Haraldo Nor, Pedro Myano, Roque Pagola (hijo), Vda. de Rumbo, Christian Sorensen, Federico Salamón, Nicolás Skaarup, T. T. de Traficante, Antonio Urriza y otros 15 que tenían propiedades de entre 100 y 190 hectáreas.
En cuanto a las estancias más importantes del lugar eran: La Media Luna, de Fernando Alvarez; Los Tres Leones, de Federico Luis Andresen; El Totoral, de Sucesión Corvalán; La Balbina, de Ricardo Escudero; y La Angelita, de Juan P. Vanoli.
En Lumb también había cuatro tambos, uno de ellos era de Federico Luis Andresen, quien también era invernador.
Además de los comercios antes citados, la localidad contó desde la década del ’40 con una calera, que pertenecía a Enrique Guillamón y que daba empleo a obreros de Lumb y de Juan N. Fernández.
Más o menos por aquella época, un acuerdo político entre el Gobierno nacional y las empresas inglesas que administraban las distintas líneas de ferrocarriles, decidieron el futuro de cientos de estaciones en todo el país.
Durante las inundaciones de los años 80, el Puente Negro, un símbolo de Lumb, fue arrastrado por la corriente.
Desde entonces, los pocos pobladores con los que contaba la estación comenzaron a marcharse y en la actualidad tiene un sólo habitante.///