Un trastorno oculto en la dificultad para leer y escribir
La dislexia afecta al 10% de la población. Psicopedagogas locales indican cómo se detecta esta afección y la necesidad de un diagnóstico temprano
Los padres no suelen darse cuenta de que sus hijos tienen dislexia hasta que aparecen los primeros problemas de aprendizaje en la escuela. En la mayoría de los casos son los maestros quienes advierten este trastorno en los chicos.
Al niño con dislexia le cuesta leer. Confunde letras, cambia sílabas, repite, suprime o añade letras o palabras, inventa oraciones o comprende mal lo que lee. Cuando intenta escribir, invierte letras, las omite, sustituye o adiciona otras. La escritura suele ser ilegible y tiene grandes dificultades con la ortografía.
Estos síntomas pueden pasar por problemas comunes de un alumno poco aplicado o con dificultades para aprender, pero en realidad es un trastorno que afecta a casi el 10% de la población.
“La dislexia es una dificultad específica del aprendizaje que necesita un diagnóstico temprano y un abordaje adecuado”, dijo la psicopedagoga local Denise Hansen.
Explicó que “es un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura, de carácter persistente y específico, que se da en niños que no presentan ningún hándicap físico, psíquico ni sociocultural y cuyo origen parece derivar de una alteración del neurodesarrollo”.
Afirmó además que “atendiendo a su carácter específico, los disléxicos son niños y niñas inteligentes que sólo presentan dificultades en tareas relacionadas con la lectura y la escritura”.
Por lo tanto, “no se consideran disléxicos los niños que tienen un retraso intelectual o madurativo, niños con discapacidad psíquica o física o niños no escolarizados o que estén en situaciones ambientales desfavorables”.
Detección temprana
“La mayoría de los problemas disléxicos no se detectan hasta que aparecen los primeros inconvenientes de aprendizaje preescolar y en el primer año de la educación primaria”, explicó la psicopedagoga Cecilia González.
“El docente podrá detectar dificultades en la actividad diaria de lectura y escritura”, señaló González. La lectura es “lenta, dificultosa, incomprensiva, silábica, con errores de pronunciación y comprensión”.
Por otra parte, la indicó, en la escritura se producen “errores como rotaciones de letras, inversiones, confusiones, omisiones y agregados”.
Precisó además que ante esta situación, el protocolo que se sigue habitualmente es una entrevista del docente con la familia y la solicitud de una consulta con la psicopedagoga para obtener un “diagnóstico diferencial”.
Este diagnóstico, afirmó González, “no se realiza en el ámbito escolar, allí sólo se detecta”.
“El diagnóstico precoz es importante porque no sólo va a afectar la autoestima del niño, sino también su futuro”, agregó.
Aprender a vivir
Si bien es una afección que aparece frecuentemente en niños pequeños, no desaparece en la edad adulta, por lo que la persona debe aprender a vivir con ella.
La dislexia es un trastorno cerebral que provoca dificultad con la lectura, la ortografía, la escritura e incluso el habla, en una porción más pequeña de caso. El problema se centra en que al cerebro de las personas disléxicas le cuesta reconocer o procesar ciertos tipos de información. Técnicamente se la conoce como Trastorno de Lectura o Dificultad Específica de la Lectura (DEA); se trata de una afección del aprendizaje, que se presenta con mayor frecuencia entre la población infantil, pero que no desaparece en la edad adulta.
Es por eso que resulta esencial que la persona pueda aprender a vivir con las dificultades que se le presentan. De este modo, será posible alcanzar una buena calidad de vida, tanto desde el punto de vista personal como laboral.
Actualmente, alrededor del 10% de la población padece este trastorno, aunque algunos autores afirman que el porcentaje es mayor.
A su vez, es importante destacar que es una afección que tiene una fuerte carga hereditaria, de modo que los hijos de padres disléxicos tienen un riesgo mayor de desarrollarla. Estadísticamente, la probabilidad es ocho veces superior a la de la población media.
Se debe tener en cuenta que la dislexia no se relaciona a la inteligencia o al desarrollo de una persona. Esto significa que quienes padecer esta afección tienen inteligencia regular, al igual que oportunidades sociales, de enseñanza y aprendizaje. La aclaración es fundamental, dado que si bien se considera una dificultad específica del aprendizaje, pero es frecuente que se la confunda con otras dificultades que causan síntomas similares.
Diagnóstico y abordaje
Cecilia González, quien integra un equipo psicopedagógico junto a Sonia Balcarce en nuestra ciudad, señaló que “la familia cumple un papel muy importante” en el abordaje de la dislexia en el aula.
Es la familia la que “necesita planificar y organizar los tiempos del niño, respetar las horas de descanso y, por sobre todo, mantener una comunicación fluida con el mismo, que se frustra al no poder aprender al ritmo de sus compañeros”.
El niño con dislexia “aprende a través de otros métodos y otro ritmo”, señaló González.
“A diario nos encontramos en las escuelas con alumnos que presentan esta dificultad”, explicó. Y dijo que hay algunas señales que indican que “algo está pasando”.
“Un niño al que en el jardín le cuesta reconocer los colores, los números, que olvida las palabras, es para tener en cuenta”, afirmó.
“Hoy el equipo psicopedagógico recibe consultas de parte de los padres preocupados y también de docentes que quieren saber cómo intervenir en la dislexia”, indicó Sonia Balcarce.
Características
Las características principales del trastorno son, esencialmente, tres. El déficit en la adquisición de la lectura fluida es el principal, es decir, el niño muestra dificultad para iniciarse en el proceso de lectura. A su vez, dado que la dislexia está causada por el funcionamiento deficitario de un procesador cerebral llamado fonológico, otra de las manifestaciones es la memoria verbal. Por ejemplo, puede que les cueste la evocación de números o algunas palabras de mayor complejidad.
Por último, es clave considerar que la dislexia no es una enfermedad, sino una condición; es decir, que las personas que padecen el trastorno tienen un desarrollo cerebral diferente, lo cual afecta la calidad de vida y el aprendizaje.
Sin embargo, se debe tener en cuenta cuáles son las dificultades que aparecen como consecuencia de la dislexia, para poder ayudar a los pacientes desde un punto de vista integral.
No obstante, ninguna de las características mencionadas debe provocar desánimo, ya que hay diversas adaptaciones y estrategias que pueden ayudar a mejorar los inconvenientes que produce la afección.///
Causas y efectos
La causa exacta de la dislexia no es aún completamente clara, pero estudios anatómicos y de imágenes cerebrales muestran diferencias en la forma en que el cerebro de un disléxico se desarrolla y funciona. Se sabe que es altamente heredable y que no es causado por factores medioambientales.
Un hallazgo de la población con dislexia es la dificultad para separar los sonidos que constituyen una palabra y aprender cómo las letras representan esos sonidos, ambos factores fundamentales de la lectura.
La dislexia no es una cuestión de inteligencia o de ganas de aprender, con métodos apropiados de enseñanza el disléxico puede aprender exitosamente, aunque es probable que sea un lector más lento.
El impacto de la dislexia en cada persona depende de la severidad, el apoyo escolar y la terapia recibida. La dificultad central es el reconocimiento de las palabras escritas y la fluidez de la lectura; se pueden observar errores también en el deletreo y la escritura, pero éstos no son necesarios para el diagnóstico.
Algunos disléxicos aprenden a leer en los primeros grados, pero comienzan a mostrar dificultades más serias a medida que se complejiza el material escolar, al poner demasiado esfuerzo en el proceso de la lectura pierden el contenido del texto .
Por ser un trastorno de origen lingüístico pueden manifestar dificultades con el lenguaje hablado, les cuesta expresarse con claridad, presentan dificultades para organizar el relato de modo comprensible o comprender lo que se les dice. Estas dificultades algunas veces pasan desapercibidas, y a menudo no son aparentes para nadie del entorno (lo que se denomina trastornos sub-clínicos) pero pueden acarrearle serias dificultades a lo largo de los años de estudio y luego en el trabajo.
Los efectos de la dislexia van mucho más allá de la “dificultad para aprender a leer”, también afectan la imagen que el niño tiene de sí mismo: “todos aprenden a leer y yo no”, y la autoestima decae, muchas veces la primera consulta es por falta de autoestima, decaimiento, falta de interés por ir al colegio.
Otra consecuencia muy frecuente es la falta de atención en clase, un niño al que la lectura le cuesta mucho más que al resto de sus compañeros y que además, aunque probablemente nadie se dé cuenta, no entienda algunas de las cosas que se hablan en clase, es mucho más propenso a no prestar atención y a distraerse, este es otro de los modos en que se presenta el problema y se inicia la consulta.