Una ciudad que nunca se amoldó a los planos
Si bien la planificación urbana siempre ha sido una obsesión de los políticos, desde su fundación Necochea creció de forma descontrolada, no siguió las pautas de sus proyectistas, sino las costumbres cotidianas de su gente
El desarrollo urbano fue uno de los temas sobre el que más se habló durante la campaña de los todos los candidatos a intendente que hoy se disputan el sillón de Murga. Sin duda la planificación urbana es uno de los problemas más difíciles de encauzar desde antes de la misma fundación.
Uno de los primeros temas de discusión de los fundadores fue dónde construir el pueblo. Todo indica que el plano ya existía. Era un cuadro de 16 x 16 manzanas: una plaza central y otras cuatro plazas en cada uno de los ángulos del cuadrado.
Desde el principio un error de cálculo parece haber atentado contra este plano original, ya que la plaza que debía ser construida en la intersección de las avenidas 42 y 43 queda prácticamente en la barranca del río.
Dos años después de la fundación, en 1883, el pueblo ya contaba con 300 casas, 185 quintas y 102 chacras pobladas.
Además, ya tenía varias edificios públicos terminados, como por ejemplo la comisaría, la capilla Nuestra Señora del Carmen, el cementerio y corrales de abasto. Estos edificios fueron inaugurados el 4 de septiembre de 1883.
Pero si bien los planos de Necochea eran precisos, rápidamente la ciudad comenzó a crecer en forma descontrolada, no siguió las pautas de sus proyectistas, sino las costumbres cotidianas de su gente.
Parece que la rigidez del plano original no se adecuó a los usos de los necochenses. La primera ruptura de aquel equilibrado cuadro lo produjo la Estación de Trenes de Necochea, que hizo que la calle 62 se convirtiera en una de las más transitadas.
Así que aún hoy las construcciones más antiguas de la ciudad se encuentran en ese sector. Son viviendas de estilo romano, rectángulo con patio central y galería perimetral partida por la mitad, con frentes lisos y largos zaguanes.
El trazado del primer transporte colectivo de la ciudad, el tranvía, refuerza a dicha calle y de esa forma se cambia el centro fundacional a centro funcional.
Con la llegada del automóvil se produjo un nuevo cambio en las costumbres cotidianas de los necochenses y un nuevo impacto en el desarrollo urbano.
Se debilita así la influencia de la calle 62 y se incrementa el tránsito en las avenidas y calles conectadas con las rutas. La avenida 59, comienza así a cobrar mayor relevancia. La Diagonal San Martín, el Puente Colgante y la avenida Lobería interrelacionan al centro fundacional con la Villa, el puerto y Quequén.
Paralelamente se produce la aparición, entre los años 1920 y 1925, de los turistas interesados por disfrutar de los nuevos balnearios de las costas argentinas.
La llegada de los turistas en nuestra ciudad provocó la masiva afluencia hacia la zona balnearia y el crecimiento edilicio de la Villa balnearia.
Así la Diagonal San Martín, denominada en aquella época Avenida Atlántica, se convirtió en una arteria de uso cotidiano para conectar la Villa balnearia con el centro, al igual que la 59 para la comunicación con el puerto.
Durante 1914, la Sociedad de Fomento de Necochea, que había traído los primeros tranvías eléctricos y a vapor, lanzó un plan masivo de ventas de terrenos de su propiedad ubicado en el recorrido de este nuevo medio de transporte.
Esta iniciativa atrae fundamentalmente a sectores socio-económicos pertenecientes a la naciente clase media.
Esto comienza a repercutir favorablemente en el desarrollo turístico de nuestra ciudad, ya que en aquellos años Quequén era el lugar en que los miembros de las familias más adineradas del país pasaban sus vacaciones.
Hasta entonces Necochea estaba relegada como balneario, ya que su asentamiento primitivo se debía a la idea de ser un centro urbano que respondiera a un medio de producción agrario, ganadero y portuario.
No obstante, la ciudad comenzó a ofrecer cada vez más servicios a los turistas. Se instaló un casino en avenida 2 entre 79 y 81, donde también funcionaba un cine.
El edificio de la sala de juego y el del Hotel Necochea fueron hitos de la arquitectura local, ya que desde su inicio contemplaron las necesidades de la función que debían cumplir y para la cual fueron proyectados.
La ciudad crece
Según el periódico El Baluarte, publicado a fines del siglo XIX, en 1889 los necochenses “piden incansablemente al gobierno nacional el ferrocarril, la escrituración del ejido, el Puerto y un banco”.
El tren llegó en 1894 hasta fines de la década de 1920, cuando se construyó el Puente Colgante, se constituyó en el principal medio de transporte.
En 1923 y durante la intendencia de don Baldomero Sagaste, se votó el proyecto de construcción de la red de agua corriente, inaugurándose la obra el 1º de julio de 1932 y constando de una extensión de 371 cuadras que abarcaban lo que hoy se denomina “el centro”.
Luego de la Primera Guerra Mundial se realizaron grandes obras públicas en todo el país y se difundió el uso de nuevos materiales y técnicas. Necochea no fue ajena a aquel fenómeno.
A aquel período, denominado ecléctico, pertenecen edificios como la vieja Usina de calle 51 entre 56 y 58, hoy convertido en edificio universitario; los edificios de Obras Sanitarias, el Puente Colgante, el Molino Harinero de avenida 59 entre 14 y 16, que en la actualidad se encuentra derrumbado, y el Elevador Terminal del Puerto, que se comenzó a construir en 1944.
En tanto, el 1º de enero de 1949 se inauguró el servicio cloacal y su extensión era de 45 cuadras, pero no en “el centro”, sino en la Villa Díaz Vélez, en un sector comprendido entre las calles 8 y avenida 2 y 79 y 89.
El desagüe de los afluentes se realizaba a través de una cañería existente en la Escollera Sur del canal de acceso a nuestro puerto.
A lo largo de los años, diferentes estilos arquitectónicos fueron dejando su huella en las construcciones de la ciudad, que comenzó a crecer más allá de las 16 manzanas originales. Se pueden encontrar así en distintos puntos viviendas criollas, “petit chateaux” y construcciones pintoresquistas.
Primer intento de planificación
Entre 1964 y 1970 la ciudad sufre un período de estancamiento, ya que sólo registra inversiones de obras públicas en el gobierno de Arturo Illia.
Durante el gobierno de Onganía Necochea pierde la estación del ferrocarril. Pero se comienza a levantar una obra que tendría un gran impacto turístico: el Casino.
Además, el puente Ezcurra reemplaza al primitivo puente del puerto y durante años es un importante generador de desarrollo para los barrios de ambas márgenes del Quequén.
Comienzan a aparecer pequeños centros comerciales en Quequén y el puerto, además de que el balneario se consolida como el “centro nuevo”.
Entre 1970 y 1973 se registra una gran afluencia turística en la ciudad y comienza a hacerse más densa la edificación en el sector del balneario.
Es en aquel momento en que aparece el primer intento serio de planificación. No obstante, con el paso de los años, si bien se hace evidente la necesidad de un plan urbano, este no termina de concretarse.
En ese marco, en 1977 se dicta la ley provincial 8912 de uso de suelo. Poco después la compleja trama burocrática se hace aún más complicada cuando Quequén, hasta entonces perteneciente al partido de Lobería, es anexado a Necochea.
Desde entonces, hasta los primeros años, la creación de un plan urbano fue una constante preocupación para los distintos gobiernos municipales, pero no fue hasta los inicios del Siglo XXI que se puso en marcha el proyecto más ambicioso: el Plan Urbano Ambiental (PUA) y del Código de Desarrollo Sostenible (CODES). Se desarrolló durante el gobierno de Daniel Molina, entre 2004 y 2011.
Desde entonces la ciudad ha registrado un constante crecimiento, y como ocurre desde la fundación, sin ningún tipo de planificación. La zona noroeste pasó de tener un barrio emblemático como el 9 de Julio a convertirse prácticamente en otra ciudad.
Y si bien pasaron 96 años y no se pudo ensanchar el frente costero como estaba previsto por la ley 3.928, la ciudad creció descontrolada en paralelo al parque que, a pesar de su objetivo original, se convirtió en un tapón para el desarrollo. También creció la población junto al río.
Por el momento, el crecimiento ha escapado a cualquier planificación y esto implica un desafío cada vez más grande para cualquier administración municipal.///
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