Una firma que cambiaría a la región
Edward Lumb obtenía la concesión para construir el Ferrocarril del Sur, que en unos pocos años trazó vías de Buenos Aires a Cipolletti y dio origen a decenas de nuevas poblaciones
Días atrás se cumplieron 161 años de la firma de la concesión para la construcción del Ferrocarril del Sur. La fecha, que hoy parece intrascendente, fue un hito histórico para el desarrollo del sudeste bonaerense, ya que no sólo significó un importante avance en la comunicación de las localidades ya existentes, sino que permitió la fundación de varias de un importante número de estaciones que más tarde dieron lugar a nuevos núcleos urbanos.
En nuestro distrito, La Dulce y Juan N. Fernández crecieron junto a las vías. De este proceso también surgieron Claraz, Ramón Santamarina, San José y La Negra.
También podría haber sido el caso del pueblo Villa de la Salud, cuyo trazado existe en catastro de la Nación pero en el lugar, sito en inmediaciones de Lumb, nunca se construyó nada.
Memorias de Lumb
La concesión para construir el Ferrocarril del Sur fue otorgada el 11 de junio de 1862 por la Legislatura de la provincia de Buenos Aires a un acaudalado hombre de negocios y propietario rural británico que ayudó al gobierno bonaerense a emitir varios empréstitos internos: Edward Lumb.
Precisamente en su homenaje, a una estación se le impuso su nombre. Hoy el lugar se encuentra prácticamente abandonado y sólo viven allí dos familias. Sin embargo, estación Lumb llegó a ser el hogar de unas 200 personas y también una próspera comunidad que comenzó a desaparecer luego de la caída del puente Negro, en la década del 80.
Edward Lumb fue uno de los empresarios británicos pioneros en el Río de la Plata. Se radicó en Buenos Aires en la década de 1820 y se dedicó a importar manufacturas inglesas.
Amigo personal del almirante Guillermo Brown, durante el bloqueo anglofrancés de 1846, Lumb advirtió al ministro británico en Buenos Aires sobre el error de la política de Londres utilizada contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Lumb fue considerado el hombre de negocios británico más rico de Buenos Aires a mediados del siglo XIX y estuvo relacionado con los jefes políticos de la provincia de Buenos Aires en los días del rosismo.
Además de firmar el contrato para construir un ferrocarril entre Buenos Aires y Chascomús en junio de 1862, Lumb fue uno de los inversores del Banco Mercantil del Río de la Plata.
Desde 1888 hasta 1890, el Ferrocarril Sud se extendió desde la Capital Federal hasta Cipolletti, en el nacimiento del Río Negro, sembrando con sus vías decenas de nuevas poblaciones.
Las estaciones
En 1888 se habilitó en la sección urbana, la nueva estación Temperley y los ramales para carga, de Tandil a La Movediza – Cerro Leones y de Empalme Lanús a Ribera Sud. En 1890 esta empresa adquirió del Ferrocarril Oeste los ramales de Temperley a Cañuelas y de Merlo a Saladillo, arrendándole al año siguiente el de Temperley a Tolosa y Rufino de Elizalde.
El 1º de agosto de 1891 inaugura el tramo entre Las Flores y Tandil con las estaciones intermedias Plaza Montero, Colman, Santa Rosa (luego Miranda), Rauch, Egaña y De la Canal.
El 1º de diciembre de 1891 se habilita la prolongación de Tres Arroyos a Bahía Blanca, poniendo en servicio Micaela Cascallares, Irene, Aparicio, Las Mostazas (Coronel Dorrego desde 1894), San Román, Bajo Hondo y Grünbein.
El 24 de febrero de 1892 se habilita la línea de Ayacucho a Balcarce, con las estaciones intermedias San Ignacio, Ramos Otero y Bosch. El 21 de abril de ese año se abre al público Cañuelas a Las Flores con las estaciones Craig (luego Abbot), Monte, Zenón Videla Dorna, Gorchs y Vilela.
También en 1892, el 29 de junio, queda habilitada la conexión entre los ramales adquiridos por el Sud al Ferrocarril Oeste, en 1890 de Cañuelas a la línea de Merlo a Saladillo con una estación intermedia denominada Uribelarrea, construyéndose entre Zapiola y Lobos un empalme precario denominado Empalme Lobos que luego sería una importante estación.
La prolongación de Balcarce a Quequén con las estaciones intermedias San Agustín, El Moro, Lobería (desde1908 Tamangueyú) y Pieres se abrió al público el 1º de agosto de 1892 y hasta Necochea exactamente dos años después.
La prolongación de Saladillo a General Alvear con las intermedias La Barrancos y J.M. Micheo fue abierta al público el 1º de octubre de 1897 y desde Empalme Lobos se habilitó el 14 de junio de ese año, un ramal hasta 25 de Mayo que fue prolongado hasta Bolivar el 31 de julio de 1898 y hasta Saavedra, en la línea de Azul a El Puerto, el 17 de abril de 1899.
También en 1898 se habilitó el ramal de Empalme Lobos a Navarro, hecho ocurrido el 8 de febrero. Mientras tanto, el 13 de septiembre de 1897 se abría al servicio la primera sección de la línea que desde Bahía Blanca llegaría al pié de la cordillera de los Andes, habilitándose hasta Río Colorado y desde allí hasta Darwin, en la Provincia de Río Negro se habilitó el 30 de junio de 1898, hasta Chelforó el 31 de diciembre y hasta Confluencia (luego Cipolletti), en el nacimiento del Río Negro, el 1º de junio de 1899.
La ciudad y los trenes
La estación de ferrocarriles de nuestra ciudad fue fundada el 1 de agosto de 1984. Este acontecimiento no sólo significó sortear el obstáculo que el Río Quequén presentó para los viajeros desde la fundación de Necochea, 13 años antes; también moficó radicalmente las costumbres de los necochenses.
Esto último se nota en las modificaciones arquitectónicas que registró la ciudad a partir de 1894. La ubicación de la estación en calle 62 entre 43 y 49, hizo que el centro, que hasta ese entonces había estado localizado en la plaza, se desplazara hacia la citada arteria.
La red ferroviaria argentina comenzó a tenderse en la segunda mitad del siglo XIX. El primero en prestar servicios a la población fue el Ferrocarril del Oeste, que cubría el trayecto entre Plaza Lavalle y Floresta, en la Ciudad de Buenos Aires. El trazado inicial tenía una disposición de abanico con cabeceras en la capital, en Buenos Aires (Ferrocarril del Sud) y en Rosario (Ferrocarril Central). El ramal Buenos Aires al Pacífico (BAP) y el del Oeste llegaban al pie de los Andes.
La mayor parte del tendido ferroviario se construyó entre 1870 y 1914 con capitales ingleses, franceses y argentinos, llegando a ocupar el décimo puesto en el mundo, con aproximadamente 47.000 kilómetros.
Este medio de transporte fue motor del desarrollo y poblamiento del país. A partir de 1946, la extensa red ferroviaria pasó en su totalidad a manos del Estado, patrimonio que se fue perdiendo a lo largo de décadas sucesivas.///