Una guerra olvidada en nuestra región
Se cumplirán 148 años del último malón liderado por el cacique mapuche Namuncurá contra los campos de la región
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Ecos Diarios
Según la historia lugareña, el 16 de marzo de 1876, el cacique mapuche Namuncurá dirigió el último malón contra los campos de la región. Terminaba así una larga historia de sangrientas luchas entre los antiguos y los nuevos dueños de la tierra.
Durante más de 10 años, desde la fundación del Partido de Necochea, los pobladores del primitivo distrito vivían aterrorizados por los indios, molestos por lo que ellos consideraban una invasión de su territorio.
Los Pampas fueron los primeros habitantes de la región. Hacia el siglo XVII arribaron a la llanura pampeana los Tehuelches septentrionales. Casi en la misma época, Juan de Garay recorrió las zonas del Tuyú, Tordillo, Kakuel Huincul y llegó hasta Cabo Corrientes, actual Mar del Plata.
Hacia el año 1740 comenzaron las misiones jesuíticas con el objetivo de reducir pacíficamente a los indígenas. Pero los jesuitas no pudieron cumplir con su misión. El padre José Cardiel, hoy recordado en nuestra ciudad, a través de la avenida que lleva su nombre, fue uno de esos anegados religiosos. En su intento llegó hasta La Dulce y pasó por Necochea.
En las últimas décadas del 700 se inició la división política de Buenos Aires y el asentamiento de los primeros colonos. En 1810 se crean los partidos de Navarro, Lobos y Chascomús. En 1818 es fundada la localidad de Dolores. Dos años más tarde Buenos Aires se constituye en una entidad política autónoma.
Para esa época los araucanos o mapuches dominaban toda la zona sur del actual territorio argentino y atacaban cada vez con mayor ferocidad a los que ellos consideraban invasores. En 1823 la ciudad de Dolores fue arrasada por los aborígenes.
Los indios que habitaban el centro Este y Noroeste de la provincia fueron retirados por la campaña de Rosas que llegó hasta las Salinas Grandes. El científico inglés Charles Darwin acompañó a Rosas en una de esas expediciones en 1833.
De las tres columnas que salieron en misión contra los autóctonos, solamente la de Rosas pudo cumplir su cometido, asegurando algunos años de tranquilidad, mediante el establecimiento de una línea de fortines permanentes.
Pero, luego de la caída de Rosas, en 1852, los malones retomaron su avance hacia el Noreste y las ciudades de Azul y Olavarría fueron las más castigadas.
En territorio indio
Desde 1820 había en esta región algunas grandes estancias que eran hostigadas constantemente por los malones. El partido de Necochea se encontraba en territorio indio y las refriegas entre los aborígenes y los colonos eran cotidianas.
En uno de aquellos enfrentamientos murieron el padre y el hermano de Victorio de la Canal, uno de los fundadores de la ciudad de Necochea.
El 13 de septiembre de 1855, a cinco kilómetros de donde se encuentra en la actualidad la ciudad de Benito Juárez, se produjo el Combate de San Antonio de Iraola.
Allí perdieron la vida el Capitán Cayetano de la Canal y su hijo, Pedro, junto a otros 124 compañeros de armas.
El grupo fue masacrado por 2.000 indios al mando del cacique Calfucurá. El mayor Luis Antonio Burgos de la Canal y su asistente Juan Guayana, viajaron hasta Dolores en busca de apoyo. Pero al regreso, sólo encontraron los cuerpos de sus compañeros muertos.
Pero pasarían unos años hasta que los antiguos dueños de la tierra se decidieran a presentar lucha al hombre blanco.
El 5 de junio de 1870, más de 8.000 indios, al mando de los caciques Namuncurá -por el Sur- y Catriel -por el Oeste-, atacaron en malón los establecimientos rurales de nuestra región.
Se llevaron como cautivos 20 mujeres y niños, mataron a 36 soldados, 12 civiles y un oficial. Robaron 5.000 vacunos, 4.900 yeguarizos y 10.000 lanares.
La línea de fortines pasaba por Junín, 25 de Mayo, Azul, Tandil y terminaba en el Río Quequén Grande.
Doce indios
En 1872, comenzó una nueva ofensiva de los indios, empecinados en que la tierra fuera una y sin fronteras desde el Atlántico al Pacífico.
Al mando de Calfucurá 6000 hombres vestidos con cuero de guanaco y armados con lanzas avanzaron hasta Alvear, 25 de Mayo y 9 de Julio. Desde aquella débil frontera y hasta los hielos del sur llegaban entonces las tierras que habitaban los Mapuche, un paraíso natural que los blancos llamaban todavía desierto.
Una carta fechada en Sarmiento, el 24 de diciembre de 1874, firmada por el fraile Moisés Alvarez y dirigida al religioso Marcos Donati, relata: "Por aquí ha habido varias invasiones como usted sabrá. Primeramente vinieron doce a Necochea, robaron mucha hacienda, los persiguieron, los pelearon, les quitaron la hacienda, les mataron uno e hirieron gravemente a dos. Después vinieron como 20 y tantos, y fueron nada menos que a los Jagüeles a robar caballos.
Efectivamente, los arrebataron, pero los persiguieron, les mataron dos, fusilaron a uno y tomaron dos entre los que se halla el yerno de Baigorrita".
Fueron años de lucha y sangre. En enero de 1876, al mando de Namuncurá y Rumay los kona pelearon en Olavarría, Azul y Tapalqué. En Tres Arroyos y Necochea combatieron cuerpo a cuerpo en la niebla, y rodearon a las tropas de Levalle y Maldonado. Fue todo un año de guerra para evitar que los colonos siguieran corriendo su frontera. De a caballo y con sus tolderías se hicieron fuertes en el sur del Río Colorado y el enemigo, al mando de Alsina, comenzó a construir una zanja faraónica desde Bahía Blanca hasta el sur, en la cordillera, una línea de tierra y fortines que separaba su latifundio de la tierra libre.///
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