Una tormenta, una varadura y un misterio
El origen de los supuestos timones de un submarino alemán de la Segunda Guerra Mundial hallados entre Costa Bonita y Arenas Verdes, generó innumerables hipótesis
Hace 31 años, en agosto de 1990, se produjo un temporal que no alcanzó la intensidad del registrado cuatro meses antes, pero que quedó en el recuerdo de muchos vecinos de la región porque arrastró hacia Costa Bonita a una embarcación que esperaba en rada para ingresar a cargar cereal en Puerto Quequén.
Aquella varadura que hoy sólo parecen recordar los más viejos residentes de Costa Bonita, volvió a ser noticia hace unos días, cuando desde el Museo Histórico “La Lobería Grande” se comenzó a indagar a vecinos para determinar el origen de unas enormes piezas de una embarcación encontradas en cercanías de Arenas Verdes.
En los últimos meses se había tejido una red de hipótesis sobre el origen de un supuesto timón encontrado en la playa y de otro que sólo queda a la vista en bajamar.
Se suponía que podía tratarse de los timones de un submarino alemán. Esta hipótesis, de ser comprobada, podría haber reforzado la teoría de que al final de la Segunda Guerra Mundial, luego de la rendición de Alemania, muchos jerarcas del régimen nazi huyeron a la Argentina y desembarcaron en forma clandestina en la costa argentina.
Esas teorías son abonadas por la captura en el país de criminales de guerra nazis como Adolf Eichmann, Erich Priebke, Gerhard Bohne, entre otros, además del paso por aquí del Josef Menguele.
Incluso innumerables libros y publicaciones de distintos lugares del mundo, se basan en la sospecha de que en realidad Adolf Hitler no se suicidó en su búnker en Berlín, el 30 de abril de 1945, para afirmar que huyó a Sudamérica oculto en un submarino.
La varadura
Hasta Arenas Verdes llegó la denominada expedición “Eslabón perdido”, impulsada por el periodista Abel Basti, autor de los libros “Bariloche nazi”, “Hitler en Argentina”, “El exilio de Hitler” y “Tras los pasos de Hitler”.
Según este autor, submarinos alemanes llegaron en 1945 a la región y desembarcaron aquí a jerarcas del régimen nazi. Luego las naves fueron hundidas.
Se sospechaba que las enormes piezas metálicas con forma de timones encontrados en Arenas Verdes podrían pertenecer a esos submarinos.
Sin embargo, el Museo Histórico “La Lobería Grande” reunió evidencias que permitirían asegurar que los restos encontrados serían en realidad aletas de la barcaza Alianza G4, varada en Costa Bonita el 28 de agosto de 1990.
Según se informó desde el museo, “el último aporte sustantivo lo proporcionó el ingeniero naval y mecánico (UBA) Carlos María Brañas, reconocido especialista en la materia, que participó en las operaciones de reflotamiento de la nave. De acuerdo a su consideración, se trata de aletas y no de timones, y fueron arrastradas por las marejadas hasta su ubicación actual”.
La operación mencionada por Brañas demandó en realidad dos meses de intenso trabajo. En ese lapso la barcaza se convirtió en lo que se denominó en su momento “la nueva postal de Costa Bonita”.
El 29 de agosto de 1990, Ecos Diarios publicó un extenso artículo titulado “Varó una barcaza en Costa Bonita”.
“Una barcaza que se encontraba surta en rada a la espera de ingresar a Puerto Quequén para cargar trigo, varó ayer a unos tres kilómetros de Costa Bonita, en tanto, el remolcador que la trasladaba fondeó a una milla y media de la costa”, explicaba el artículo.
Después realizaba una descripción de la barcaza “Alianza G4”. Se trataba de una embarcación de bandera argentina,d e 177 metros de eslora y 32 de manga y 14,5 metros de puntal. Era tirada por el remolcador “Alianza San Nicolás”, de 39 metros de eslora.
De acuerdo a lo que informaba Ecos Diarios al día siguiente de la varadura, la “Alianza G4” se encontraba en rada desde el 22 de agosto, aguardando a ingresar a Puerto Quequén, al muelle que operaba ACA y FACA para cargar 15 mil toneladas de trigo destinado a Brasil.
Alrededor de la 1, de acuerdo a datos suministrados por la Prefectura Naval Argentina, el viento soplaba en dirección sur-suroeste a una velocidad de 70 kilómetros por hora y la barcaza comenzó a acercarse peligrosamente a la costa.
La embarcación, por sus características, no cuenta con propulsión propia, por lo que debe ser remolcada. Tiene un fondo plano, de poco calado, lo que permite mucha carga.
Se especula que el capitán del remolcador trató de alejarse de la costa, pero la barcaza fue arrastrada y quedó varada frente a Costa Bonita, a 4,6 millas náuticas de la escollera de Quequén.
Al momento de la varadura, la barcaza no tenía tripulantes, ya que cuando se encuentra en maniobras los marineros pasan al remolcador.
De varaduras y naufragios
Con el paso del tiempo y el olvido, el hallazgo de las aletas de la barcaza entre los balnearios de Costa Bonita y Arenas Verdes se convirtió en un misterio. Sin embargo, a lo largo de toda la costa Lobería, Necochea y San Cayetano, es posible encontrar innumerables restos de embarcaciones.
En los días en que la expedición Eslabón perdido buscaba pistas de posibles restos de submarinos alemanes en Lobería, en el balneario San Cayetano se encontraron cadenas y anclas de viejas embarcaciones.
En nuestro distrito, los naufragios y varaduras incluso han marcado algunos de los momentos más recordados de la historia local. Precisamente el naufragio del velero El Filántropo, hace 150 años, en 1871, dio pie a una reunión casual de vecinos del partido de Necochea que con el tiempo comenzaron a gestionar la fundación de la ciudad, que se produciría una década después.
La historia local registra el naufragio del velero El Filántropo como el primero registrado en las costas de Necochea.
Dos años antes de la fundación, en el invierno de 1879 naufragó en Quequén el buque “Misterio”. Hoy existen muy pocos datos sobre lo ocurrido a aquel barco, excepto que el juez de Paz José Anasagasti solicitó autorización a la compañía aseguradora para rematarlo.
Luego de la fundación los naufragios continuaron. En 1883 estalló el Krakatoa en las costas necochenses y se fue a pique. En 1890 se incendió, estalló y se hundió el velero Amelia Rondamini.
El 27 de abril de ese mismo año se hundió la goleta Ireten, de bandera inglesa y algunos de sus tripulantes fallecieron.
Ya en el Siglo XX, el 1º de abril de 1924, el vapor Wesbury naufragó en Punta Negra. Ese mismo día también encalló en Quequén el vapor Montepasubio, de bandera italiana. Hoy el balneario quequenense donde se produjo el naufragio lleva el nombre del buque.
El 12 de noviembre de 1934 encalló el vapor griego “Marionga J. Goulandris” y el 28 del mismo mes el “Maroula”, que transportaba adoquines. En el rescate de este último barco murieron dos marineros del ARA Belgrano.
Con el paso de los años se sucedieron otras encalladuras y algunas tragedias, como los naufragios de la lancha El Ángel, en 1936; la Santa Lucía, en 1944; la embarcación deportiva Camba Cúa o la lancha de media altura Nuevo Gaucho, en 1972.
Sin embargo, dos historias de buques sin tripulación, tormentas, derivas y encalladuras parecen opacar todas las otras. Son las del buque “fantasma” Caribea y el largo peregrinar del Pesuarsa 2.
El “rescate”
El 30 de agosto de 1990, dos días después de la varadura, representantes de la empresa armadora de la barcaza “Alianza G4”, arribaron a Necochea para evaluar la situación de la embarcación.
Los ejecutivos pertenecientes a la empresa “Ultra Ocean S.A”, junto a directivos de la compañía aseguradora de la barcaza, realizaron una inspección a bordo y pudieron comprobar que una de las bodegas tenía agua como consecuencia de fisuras en el casco.
No obstante, se pudo comprobar que los tanques de lastre se hallaban intactos, lo que resultaba muy positivo para poder librar a la embarcación de la varadura.
Una semana después, Ecos Diarios publicó otro artículo titulado “La barcaza que cambió el paisaje de Costa Bonita”, en el que se veía la embarcación varada frente a la costa del balneario.
Los días siguieron pasando y recién el 15 de septiembre, comenzaron los trabajos para poder mover la embarcación. La empresa “Salvamar”, la misma que meses antes había logrado rescatar al carguero “Adamastos” de una varadura en cercanías de Costa Bonita, instaló contenedores en la playa. Buzos y expertos comenzaron a realizar las tareas de rescate. Pero cuando se realizaban las primeras maniobras, un bote que estaba amarrado junto a la barcaza cortó amarras y comenzó a introducirse en el mar.
Debido a ello, tres buzos en una lancha debieron salir a perseguir el bote para recuperarlo.
El 26 de septiembre, se sumó el remolcador “Albatros”, que intentó sin éxito arrastrar a la barcaza mar adentro.
Recién a las 6 de la mañana del 31 de octubre, el remolcador “Albatros” logró su objetivo y pudo hacer zafar de la varadura a la “Alianza G4”. No obstante, la aventura de los tripulantes del remolcador y de la empresa “Salvamar” no terminó allí.
Recién a las 14.40 recibieron autorización de la Prefectura Naval Argentina para navegar rumbo a Buenos Aires.
Operarios de “Salvamar” viajaron durante 38 horas desagotando el agua que se introducía en dos de las bodegas de la barcaza a través de las averías registradas en el casco al momento de encallar y en las posteriores maniobras para hacerla zafar de la varadura.///